El Xihuingo: Portal ancestral de Hidalgo que debes conocer
En el corazón del estado de Hidalgo, a tan solo 3 kilómetros al norte de Tepeapulco, se encuentra un tesoro arqueológico que pocos conocen pero que merece ser descubierto: El Xihuingo. Este fascinante sitio no es solo una zona arqueológica más, sino un verdadero portal al pasado que conecta con el cosmos y los conocimientos astronómicos de nuestros ancestros.

El lugar donde se registra el año

Su nombre, Xihuingo, proviene del náhuatl "Xihuitl" (año) y "Co" (lugar), lo que significa "el lugar del año" o "lugar donde se calcula o se registra el año". Esta denominación no es casualidad, pues el sitio fue un importante centro de observación astronómica durante la época teotihuacana.

El Xihuingo se ubica estratégicamente al pie del imponente cerro del mismo nombre, la segunda elevación más importante del estado de Hidalgo con 3,240 metros sobre el nivel del mar. Esta ubicación privilegiada permitía a los antiguos habitantes realizar precisas observaciones del cielo nocturno y de los movimientos celestiales.


Un rincón de Teotihuacán en Hidalgo

Aunque menos conocido que sus primas famosas, El Xihuingo representa una extensión de la gran cultura teotihuacana en territorio hidalguense. Cronológicamente, el sitio se ubica en el periodo Teotihuacán III y IV del periodo Clásico, entre los años 300 y 750 d.C.

La zona arqueológica abarcaba aproximadamente 1 km² y formaba parte de una ruta comercial estratégica que conectaba el altiplano central con la costa del Golfo de México. Esta ruta pasaba por Tepeapulco, Otumba, Calpulalpan, Tlaxcala y llegaba hasta la costa.


La Pirámide del Tecolote: El corazón del sitio

El elemento más emblemático de El Xihuingo es la Pirámide del Tecolote, llamada así porque durante las primeras exploraciones se encontró el nido de esta ave en su interior. Esta estructura es un impresionante ejemplo de la arquitectura teotihuacana, construida con la típica combinación de talud y tablero.

La pirámide consta de tres cuerpos escalonados y está orientada hacia el poniente, siguiendo patrones astronómicos precisos. Uno de sus rasgos más sorprendentes es que en su lado oriental aún conserva restos del estuco rojo original que la recubría, algo extremadamente raro de encontrar en estructuras prehispánicas tan antiguas.

Esta pirámide sirve de eje a una amplia avenida similar a la famosa Calzada de los Muertos de Teotihuacán, demostrando la influencia directa de la gran metrópoli sobre este asentamiento satelital.


Un observatorio astronómico ancestral

Lo que hace verdaderamente especial a El Xihuingo son sus numerosos petrograbados y marcadores astronómicos. En los acantilados cercanos existen "cruces punteadas" similares a las encontradas en Teotihuacán, que servían para realizar precisos cálculos astronómicos.

El arqueólogo Matthew Wallrath, quien estudió extensamente estos marcadores, identificó al menos 46 de estas cruces punteadas, de las cuales 38 estaban en buen estado de conservación. Estos elementos permitían a los antiguos astrónomos registrar con precisión eventos celestiales como:

  • Solsticios y equinoccios
  • El paso de Venus en el firmamento
  • Las Pléyades y otras constelaciones como Escorpión
  • Incluso el estallido de una supernova, representada con una estrella de cinco picos

Algunos petrograbados contienen 260 y 365 puntos, correspondientes a los días de los calendarios ritual y solar mesoamericanos, respectivamente. Esta abundancia de marcadores astronómicos refuerza la teoría de que El Xihuingo funcionó como un centro especializado en la observación, registro y estudio de los cuerpos celestes.


Arte rupestre: Las ventanas al pasado remoto

Además de la arquitectura monumental y los marcadores astronómicos, El Xihuingo alberga fascinantes muestras de arte rupestre. Destacan dos peñas decoradas con pinturas en color rojo:

  1. El Tecolote: Donde aparecen representaciones esquemáticas de hombres armados con varas o lanzas.
  2. Las Tres Peñas: Donde se plasmaron huellas de manos humanas y diversos símbolos geométricos aún no identificados completamente.

Estas pinturas rupestres podrían ser incluso anteriores a la ocupación teotihuacana, remontándose posiblemente a los finales del Pleistoceno, lo que añade aún más valor histórico al sitio.

Visita y disfruta de la experiencia

La visita a El Xihuingo no solo te ofrece un recorrido por la historia prehispánica, sino también la oportunidad de disfrutar de paisajes naturales impresionantes. La zona está rodeada por cerros y vegetación semiárida con abundantes agaves de diversos tamaños y especies.

Si eres aficionado al ciclismo, los alrededores son ideales para recorrerlos en bicicleta. Y para complementar tu viaje, no dejes de visitar el pueblo de Tepeapulco, con su hermoso convento franciscano del siglo XVI y su museo de arqueología.

Durante el equinoccio de primavera, El Xihuingo se convierte en un punto de interés especial para aquellos que desean experimentar este fenómeno astronómico en un sitio donde los antiguos pobladores realizaban observaciones similares hace más de 1,500 años.

El Xihuingo no es solo un conjunto de ruinas; es un testimonio vivo del avanzado conocimiento astronómico y matemático que poseían nuestros antepasados. Los estudios arqueoastronómicos han demostrado que los marcadores de este sitio permitían a los teotihuacanos registrar con precisión los ciclos celestiales y establecer calendarios exactos.

Es admirable pensar que estos antiguos astrónomos alcanzaron un notable avance en la observación del cielo y el estudio de los movimientos de los astros teniendo como única herramienta sus ojos, o a veces utilizando simples palos cruzados para fijar puntos de observación.